domingo, 16 de agosto de 2009

ECUADOR 1

El Viaje: Sábado 18 de Agosto

Me encanta leer periódicos en el avión. El País del 18 de agosto de 2001, día memorable, hablaba y titulaba „Inmigración“ en su edición de Madrid. Antes de cruzar el charco leía: „Los domingos por la tarde aquello parece la Plaza Mayor de Quito. Cientos de ecuatorianos se reúnen en el parque del Oeste para charlar y cambiar impresiones. Al principio eran sólo unos pocos, un pequeño grupo de adultos que parecía conformar la clásica pandilla de amigos; sin embargo, en los últimos meses el conjunto ha crecido en progresión geométrica. Este espectacular crecimiento es el exponente más representativo de la evolución que está experimentando la inmigración en Madrid. En sólo año y medio la colonia ecuatoriana en nuestra región se ha multiplicado por doce pasando de los 6.000 miembros que había en 1999 a los 75.000. Hay sectores, como el de la hostelería, en el que su incursión es de tal intensidad que casi no existe un hotel ni un restaurante en la capital que no tenga en su relación de personal algún empleado procedente de Ecuador. También resulta notoria la presencia creciente de ciudadanos colombianos cuyo número se ha quintuplicado en este mismo periodo. Son estos dos colectivos los que han protagonizado con mayor número el aumento del número de inmigrantes en nuestra Comunidad, que en términos globales se dobló en los últimos 18 meses. Un fenómeno de una importancia capital al que, sin embargo, estamos lejos de prestar la atención que merece. Semejante progresión migratoria plantea problemas y necesidades cuya complejidad requiere un control y una planificación por parte de las autoridades que de momento apenas vislumbramos“.

Fuimos Eider, Jagoba, Stephan, Florian, Catherine, Antonio, Lisa, Anna, Nicole, Susane, Katia, Sylvia, Christina y yo mismo, o sea catorce voluntarios.

Ver la ciudad de Quito por la noche es impresionante, todo de lomas repletas de lucecitas, situada en una valle enorme rodeada de montañas, calles que suben y bajan.

A Quito las gentes de la calle le dan color y los monumentos le ofrecen su historia, nada más queda estremecerse (¡esa es la palabra que mejor puede describir ese sentimiento!) en la observación del Mercado Ipiales, en el mismo corazón de la ciudad. En esta ciudad uno no puede cansarse de observar y el corazón se siente más que nunca vivo, bombeando con fuerza. La noche es, por lo general, tranquila. La delincuencia existe aunque está muy limitada a determinados sitios de la urbe, barrios pobres, barrios transitados del Centro histórico y zonas públicas. Por lo demás, casi todo es apacible.

Quito es Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco: Quito es bonito, agradable y, por partes impresionante, aunque no lo llega a ser del todo. Quizás un elemento determinante de su belleza interior resida en el carácter del habitante quiteño y del orgullo que le concede años y siglos de historia. Entre lo más destacable se encuentran el Monasterio de San Francisco con su plaza, la calle Cuenca, la Iglesia de la Merced, la Catedral y la Plaza de la Independencia, dónde se haya también la Presidencia de la República, la Plaza y la Iglesia de Santo Domingo, la Calle de la Ronda, la Virgen colgada del Panecillo, el mismo Mercado de Ipiales, la Calle Espejo, la Casa del General Sucre, el Museo de Arte Colonial, Arte e Historia, todo ello concentrado en el mítico Quito Colonial, en la llamada Zona Sur de la ciudad. En la Zona Norte se haya el otro Quito, el Quito moderno, el Quito más chic. El tercer Quito es el de los suburbios, caso de Calderón.

Los símbolos de Ecuador y Quito son muchos pero podríamos llegar a resumirlos. Dos palabras solas ya dicen mucho: Andes y Amazonas. En la bandera nacional se encuentra la imagen del Chimborazo, volcán omnipresente. El Cóndor le da su fuerza a la representación de Ecuador en el extranjero: cientos de ecuatorianos invaden las calles europeas al ritmo de „El cóndor pasa“. Y ellos también pasan, inequívocamente, silenciosamente, como ellos son. Amarillo de oro, azul del mar y rojo de la sangre derramada en la Guerra de Independencia. Los ecuatorianos también están orgullosos, y deben estarlo, de su vinculación con el Imperio Inca, que conserva su huella mayoritariamente en Perú, Bolivia y el mismo Ecuador, en ciudades como Cuzco, Potosí y Cuenca, al sur. Machu Pichu no queda en el Ecuador pero hay que saber qué queda en el Ecuador que no sea Machu Pichu, y es mucho. Hablando de Chimborazos e Independencias, el venezolano Simón Bolívar es también héroe de los ecuatorianos, y su idea de la Gran Colombia llegó hasta el mismo Quito. Quito es la capital y la historia del país, aunque no la ciudad más grande, industrial y potente, que es Guayaquil, con su millonario equipo de fútbol, el Barcelona. Por lo demás, muchas nuevas cosas y nuevo vocabulario que conocer: olluco, yuca, maní, rocoto, ají, cuyes, chicha...

Ecuador no ha tenido a escritores de la talla del colombiano Gabriel García Márquez ni del peruano Mario Vargas Llosa, quizás hoy las dos letras, y a veces voces, más consagradas de la región. Ecuador tampoco ha tenido Presidentes tan famosos como Alán García, Fujimori, Toledo, en Perú, o el general Bánzer, en Bolivia. Incluso nuestro querido país amado no ha tenido a alguien tan malo como Montesinos ni a terroristas tan sanguinarios como Abigaíl Guzmán, si de nuevo desplazamos nuestras mentes al país vecino y nada querido por los ecuatorianos, que es el Perú. El rencor al Perú tiene su remoto origen en el mismo día que los herederos del Imperio Inca se dividieron y pelearon en estas tierras. El Che Guevara estuvo en Bolivia pero no estuvo en Ecuador. La lambada es brasileña, o quizas paraguaya. Pero los ecuatorianos que se sienten herederos de la Diosa Tierra Pachamama evidentemente sí existen. No existe un Machu Pichu ecuatoriano pero sí existen las Ruinas y la Casa del Inca; la ciudad de Cuenca con su memorable estilo colonial; el potente Río Guayas que pude divisar desde el avión a su paso por Guayaquil; la provincia de El Oro, con sus bananos y camarones; el monumento al artista Oswaldo Guayasamín; el mismo Puente de la Unidad Nacional que une Guayaquil con Durán; el Santurario de Nuestra Señora de Biblián, la Virgen del Rocío, la Patrona de Canar y Azuay... Poca gente sabrá, sin duda, que el famoso sombrero de paja, „de Panamá“, es realmente un sombrero de fabricación ecuatoriana. Y qué decir del cacao, el café y la palma. Lo que sí debe quedarnos claro, porque es verdad, es que Quito es el Centro del Mundo. Y el resto del Ecuador es una muy buena comparsa.

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