jueves, 27 de agosto de 2009

ECUADOR 8

Jíbaros, ríos y selva: Sábado 25 de agosto

Para sorpresa de muchos hoy es sábado y vamos a seguir trabajando, sólo que terminaremos más pronto. Mucho machete, sudor, las primeras llagas en las manos, ropa sucia, una ducha fenomenal, una comida no menos y reposo.

Mi reposo se asienta en la lectura. En este caso sigo ocupándome de la geografía humana y natural del país que empiezo a querer. Los jíbaros, que se llaman realmente shuaras, han sido argumento de miles de historias, leyendas y películas. Hoy viven medio civilizados en el Amazonas. Estos indios practicaron durante mucho tiempo el arte sorprendente para muchos de reducir cabezas humanas. No fueron pocos los misioneros que acabaron sus días en medio de la selva ecuatoriana con una cabeza separada del resto del cuerpo. Cuando los jíbaros terminaban el proceso, muy elaborado por otra parte, clavaban éstas en un asta y danzaban alrededor de ella en cumplimiento de un viejo rito. Ante la posibilidad de una guerra o conflicto grave, los indios jíbaros realizaban un ritual en honor del volcán Sangay, que culminaba con el sacrificio a su vez de un cerdo por estrangulamiento. Una vez concluído el ritual, el volcán se manifiesta de dos maneras; si sólo susurra, la victoria está asegurada. Si se produce la erupción, la batalla está perdida.

En el Ecuador a grandes rasgos sobreviven 15 grandes grupos étnicos. El grupo quichua es el más numeroso pero también el más disperso. Su lengua, sus símbolos y cultura se han utilizado tradicionalmente para transportarlas al resto del país y de esa forma reducir la complejidad museística de esta sociedad-mosaico. Los Aucas y los Curazay, también conocidos con el nombre de Aushiris o Huaoranis, constituyen una temible tribu situada en las cuencas del Río Napo. Un sacerdote español no hace mucho que no salió vivo de su selva. Hay tribus, en Pastaza, con lenguas a punto de desaparecer, caso de los zaparas, y otras casi que son desconocidas y quedan aisladas del conocimiento e interés de la humanidad.

Si hablamos de río y aventura, el Putumayo es un río eminentemente internacional y su libre navegación por parte de los países ribereños está plenamente garantizado por todos ellos. Lo conozco por las noticias diarias sobre el conflicto colombiano que tanto me atraen. Cuando quería llegar a Quito desde Colombia, mediante bus y cuzando la región con el mismo nombre de Putumayo, todo el mundo me tildó de loco, por lo que consideré lo más oportuno no jugar verdaderamente a serlo. En efecto, desde su nacimiento hasta la confluencia del Cuimbé, las orillas del río en cuestión son colombianas; desde el Cuimbé hasta el Guepí, son colombo-ecuatorianas; desde el Guepí hasta el ángulo noroeste del Trapecio de Leticia, colombo-peruanas; el lado norte del trapecio exclusivamente colombianas; y fuera del trapecio, exclusivamente brasileñas. „Aspiración irrenunciable del Ecuador es la de tener un contacto directo con el Amazonas (que es el camino del mundo), por razones de orden geográfico e histórico“, dicen los libros doctrinarios, de Ecuador, claro.

La vida en la selva (sigo leyendo y reflexionando) es un continuo estudio del medio para aprovecharlo o superarlo si se hace necesario. Hay que saber envenenar las flechas con „curare“, enseñar a los pequeños al uso de la cerbatana, navegar los turbulentos ríos de la selva de que hablábamos. Conocer las propiedades medicinales de la flora. Aprovechar los frutos de la tierra. Por ejemplo, los ríos del Oriente son el mejor aliado del hombre en la selva. La población de Macas es uno de los centros más activos de todo el oriente ecuatoriano desde que los antiguos oro y caucho han sido sustituidos por el petróleo como recursos preciados. Hoy día, el petróleo constituye la gran riqueza, no sólo de la región sino del país entero, que ve en él un medio capaz de enfrentar la dura y larga tarea del desarrollo. En 1923 de realizó en el país la primera explotación petrolífera; en 1939 la compañía inglesa Shell se asoció con la Standard Oil de New York para seguir con la labor; más tarde se construyó el Oleoducto Transecuatoriano que pasa por cerca de Quito hasta Lago Agrio, con un total de 503 quilómetros de longitud; hoy domina el juego la empresa estatal Petroecuador de la cual siempre se especula si va a ser privatizada.

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