martes, 29 de septiembre de 2009

REPÚBLICA DOMINICANA 9

En el Centro Cultural Poveda

El Centro Poveda se haya en la Zona Colonial, en el barrio de Ciudad Nueva. Se trata de un edificio muy bonito, efectivamente de tipo colonial. Pilar nos está esperando para presentarnos a los demás trabajadores del Centro con los que vamos a mantener una reunión.

Como ya había dicho, Pilar lleva más de año y medio trabajando en Santo Domingo. Desde que empezó aún no ha tenido vacaciones ni ha vuelto a España, porque efectivamente es española. Además es miembro del núcleo duro de la Institución Teresiana. Parece ser que se ha integrado mucho en la realidad dominicana y sus conocimientos sobre el país nos deslumbran. Su carácter es el propio de una persona que es consciente de su rol en la sociedad que habita: disciplina, ejemplo y orden. En esta ocasión coincidimos con la visita de dos monjas españolas más que están de paso porque se encuentran trabajando en la frontera haitiana con los inmigrantes que vienen a trabajar la caña.

La charla de las monjas es agradable. Nos hablan de la cultura del país. Nos dicen que es una mezcla de la cultura autóctona, la de los indios taínos, prácticamente exterminados por los españoles, con la misma cultura de los colonos, y la africana, proporcionada por los esclavos que llegaron a la isla. La República Dominicana ha gozado de un proceso de mestizaje plasmado en su sincretismo religioso y la integración de diferentes tradiciones adoptadas como propias. De aquí que proliferen en la isla numerosos estudios antropológicos sobre “el ser mulato”. Destaca la obra de Pedro Enríquez, El castellano de Santo Domingo, que se ocupa de las variantes dialectales de los dominicanos. Enríquez llega a la conclusión de que muchas voces de origen taíno se han conservado pese al exterminio y al suicidio colectivo que la conquista provocó. En la vida cotidiana de la isla lo que más se conserva de origen indígena es el sentimiento colectivista. La solidaridad entre el pueblo dominicano es un sentimiento muy arraigado, como también lo es una fuerte seña de identidad. El carácter viene marcado por el clima y las relaciones informales, abiertas y espontáneas que se producen entre los individuos. La alegría que inunda muchos rincones de la isla se transmite en el “vivir para afuera”, aunque exista paralelamente una tristeza contenida que resume los años de sometimiento y la pobreza actual del país. Por ello, se dice de la República Dominicana que es un país contradictorio: ante la aparente tranquilidad también existe una sangre caliente que hierve y que puede hacer explotar cualquier situación en cualquier momento. No en vano, la leyenda de la rebelión contra los españoles del indio Cimarrón se ha transmitido oralmente a lo largo de los siglos.

No hay comentarios: