miércoles, 15 de julio de 2009

LAS RELACIONES MARRUECOS–UNIÓN EUROPEA: UNA NUEVA VISIÓN

Reporte del Seminario celebrado en el Hotel Tour Hassan los días 7 y 8 de octubre de 2002

Presentación

La Asociación Ribat Al-Fath para el Desarrollo Sostenible (RAF) y la Fundación Konrad Adenauer (KAS), bajo el auspicio de Su Majestad el Rey Mohammed VI, organizaron durante los días 7 y 8 de octubre de 2002, el Hotel Tour Hassan de Rabat, un Encuentro Científico sobre el tema “Las relaciones Marruecos – Unión Europea: una nueva visión”, al que pude asistir de buen agrado.

Desde su creación, la Asociación Ribat Al Fath (RAF) ha contribuido, en tanto que actor destacado de la sociedad civil marroquí, al desarrollo económico, social, cultural y medioambiental de la capital del Reino de Marruecos, Rabat. Desde su fundación, la RAF ha organizado regularmente Encuentros Científicos de alto nivel que han ayudado de forma importante a posibilitar el debate sobre cuestiones esenciales y determinantes para el desarrollo de todo el país. En la actualidad dicha organización ha decidido centrarse en los temas relacionados con el desarrollo sostenible, siempre bajo el patronazgo de Su Majestad y, sin duda, gracias a su dilatada experiencia, se ha convertido en uno de los interlocutores más serios en el país vecino.

La Fundación Konrad Adenauer (KAS) es una asociación política creada en 1962 que lleva el nombre del que fuera primer canciller alemán tras la Segunda Guerra Mundial. La KAS se inspira en la filosofía y valores morales de dicho canciller y gran hombre de Estado, arquitecto de la reconstrucción alemana y artífice de los primeros avances de la Unión Europea. Los valores que describen a la fundación son los de libertad, solidaridad y justicia, encarnados por una manera de entender la política bajo influencia cristiano-demócrata. La KAS cuenta con 56 oficinas en el extranjero que coordinan más de 200 proyectos en más de 120 países. En Marruecos se encuentra representada de forma permanente desde 1982, siendo sus contrapartes locales más destacadas, la Facultad de Letras y Humanidades (FLSH) de Rabat, la Asociación de Gestores y de Formadores de Personal (AGEF) y la Dirección General de Entes Locales (DGCL).

http://www.kas.de/marokko

Su Majestad el Rey Mohammed VI estuvo representada en tal evento por su Consejero de más alto rango, el Sr. André Azoulay, quien a su vez ha venido trabajando el dossier de las relaciones con Europa desde hace más de dos décadas, y por el Portavoz del Palacio Real, el Sr. Hassan Aourid. El acto se inició después de las palabras de presentación del Presidente de la RAF, el Sr. Abdelkrim Bennani.

Los participantes en este encuentro de dos días pertenecían a los círculos de poder más importantes del país, entre ellos se encontraban conocidos políticos, empresarios, catedráticos universitarios, periodistas y miembros de su sociedad civil. Entre los ponentes cabe destacar sobre todo a: Sr. Rachad Bouhlal, Secretario General en el Ministerio de Asuntos Exteriores; Fathallah Sijelmassi, Director de Asuntos Europeos en el Ministerio de Asuntos Exteriores; Sr. Hassane Benabderrakiz, Secretario General en el Ministerio de Agricultura; Sr. Khalid Kadiri, Presidente de la Banca Nacional para el Desarrollo Económico (BNDE); Sr. Hassan Chami, Presidente de la Confederación General de Empresas de Marruecos (CGEM); Su Excelencia Frédéric Grasset, Embajador de Francia; Su Excelencia Sean Doyle, Embajador de Irlanda y Jefe de la Delegación Europea en Marruecos; y, el Sr. Hans-Gert Pöttering, Presidente del Grupo del Partido Popular en el Parlamento Europeo.

De todas las intervenciones destacaría la visión de Marruecos personalizada por el Consejero de Su Majestad, André Azulay, y la visión de Europa presentada por el Jefe de la Delegación Europea en Marruecos, el irlandés Sean Doye.

La perspectiva marroquí

Marruecos empieza a interesarse por la Unión Europea mucho antes de iniciarse el Proceso de Barcelona en 1995. Marruecos presenta la candidatura de su adhesión incluso antes que la mayoría del resto de países interesados, petición que le fue denegada en base al mismo Tratado de Roma de 1957 que dice que “sólo los países europeos pueden ser miembros de la UE”. Este criterio geográfico del significado de Europa ha sido debatido y sigue siendo debatido por la comunidad europea. Más concretamente, Marruecos empieza a negociar de forma unilateral con la Unión Europea en 1992. Lo que representa la Cumbre Euro-Mediterránea de Barcelona de 1995 es el intento de multilateralizar y negociar en grupo las relaciones entre la UE y los países de la cuenca sur y oriental del Mediterráneo. En 1996 se firma finalmente el Acuerdo de Asociación europeo con Marruecos. Por todo esto se comenta que el estatuto y la situación de Marruecos versus la UE es “un poco más avanzado que el de la negociación pero representa un poco menos que la adhesión”.

Sin duda alguna, Marruecos es percibido por los europeos como el mejor interlocutor con el mundo árabe y africano. La estabilidad política del país es sobre todo el factor que influye sobre esta determinación, en una zona, la del Mediterráneo Sur, muy propensa a los conflictos y a los desórdenes sociales. No engaña, por eso, que, a la práctica, Marruecos sea el principal socio bilateral de la UE en la zona, por delante de Egipto, recibiendo buena parte de las inversiones del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Programas MEDA I y MEDA II. Mas este apoyo financiero no deja de estar atado a una serie de dificultades como puede ser la misma incapacidad de Marruecos de desarrollar la Unión del Magreb Árabe (UMA), formada junto con los países vecinos de Mauritania, Túnez, Argelia y Libia. La UE preferiría cooperar con dicha organización regional la cual por un problema fundacional basado en la enemistad del Reino Alhauita con Argelia, a causa de disputas territoriales y la cuestión del Sáhara Occidental, se ve abocada al fracaso.

Tras el llamamiento a la construcción de una zona de libre comercio para dentro de diez años, la alternativa a la consolidación de la UMA la representan los países firmantes del Acuerdo de Agadir (quizás los más estables y sólidos de la zona: Marruecos, Túnez, Egipto y Jordania), entre los cuales ya existen reducciones y facilidades aduaneras. Las tensiones y conflictos tales como los del Sáhara, Argelia o Chipre, así como el cariz dictatorial de muchos de los países de que hablamos, deberían solucionarse a partir de una mayor implicación europea, salvo quizás la cuestión palestina, si hablamos a medio plazo. Otro tema de importancia para la seguridad de la zona lo representan la inmigración que desde el Sur se instala en Europa. Ello demuestra, una vez más, que la frontera sur de Europa tiene que representar algo más que el desarrollo de una prosperidad económica, si no se construye antes un espacio de convivencia y de conocimiento intercultural que se sobreponga a la barrera física del Estrecho de Gibraltar. Todo lo dicho a sabiendas que el desarrollo económico facilitará, inequívocamente, la imposición de un freno al escape migratorio africano.

La cuestión fundamental reside en ser consciente de que el problema fundamental no reside tan sólo en Marruecos, sino que también las poblaciones subsaharianas presionan para entrar en la península ibérica. Marruecos, en estas circunstancias, no debería ni quiere, en principio, convertirse en el gendarme africano del corredor de entrada a Europa firmando los mismos convenios de repatriación de personas que se ha visto obligado a firmar con España, con los países vecinos de Mali, Mauritania, Guinea-Conakry o Burkina-Fasso.

La perspectiva europea

El Proceso de Barcelona, iniciado en 1995, ha venido desarrollando un Plan de Trabajo formado por tres capítulos. En el capítulo político, desde el punto de vista ahora europeo, se ha avanzado en el diálogo y la negociación con los doce países implicados; en el capítulo económico-comercial aún hacen falta realizar grandes reformas y no se están concentrando adecuadamente los esfuerzos ni las estrategias; y, finalmente, en el capítulo cultural, social o humano, también vivimos en un suspendido agonizante. Recetas no existen más que las obvias. Para el desarrollo de un modelo ajustado donde confluyan las dos riberas del Mediterráneo tendremos que incidir en seis puntos que a continuación paso a comentar:

1) aumentar los niveles de governance en la mayoría de países (reforma de la administración, sistema judicial, sistema sanitario, sistema educativo, sistema fiscal, descentralización, para citar algunos ejemplos);
2) fortalecer a la sociedad civil y al intercambio cultural y de experiencias entre las poblaciones de las dos cuencas del Mediterráneo;
3) aumentar la competitividad industrial y reformar el sistema de explotación agrícola imperante (empezando por aumentar la capacidad exportadora, dando facilidades al partenariado y a un mejor acceso al mercado y a la información);
4) favorecer un desarrollo del tipo sostenible, que valore el capital humano, la formación profesional, la integración de la mujer, la creación de empleo, la lucha contra la exclusión, la protección del medio ambiente, el acceso al agua y a las energías limpias;
5) nivelar las diferencias entre regiones y promover el desarrollo interregional;
6) mejorar la financiación al desarrollo empezando por invertir en capital riesgo e investigación, y mejorando las condiciones del sistema financiero marroquí e internacional.

Actualmente la Unión Europea ha publicado un Documento Estratégico sobre la Cooperación con Marruecos realizado desde la Comisión Europea en colaboración directa con el gobierno marroquí. Esta es una buena declaración de intenciones pero las velocidades a la hora de actuar siguen siendo todavía insuficientes, responsabilidad sobre lo cual deben compartir los gobiernos y las sociedades civiles de ambos lados del Mediterráneo.

Conclusión

La caída del Muro de Berlín, en 1989, supuso la orientación de los intereses estratégicos de la UE hacia el Este del continente, lo que repercutió negativamente sobre las aspiraciones de los países de la cuenca sur y oriental del Mediterráneo.

El buen funcionamiento del partenariado que han construido la Unión Europea y los países más pobres del Mediterráneo no es sólo una cuestión de medios sino que es fundamentalmente una cuestión de visión. Por ello decimos que en el año 2002 aún falta una nueva reorientación de esta visión, tras el frenazo a los objetivos ilusorios de Barcelona y la dura realidad de cada día.

En muchas ocasiones parece que el Proceso de Barcelona esté siendo mal entendido por los habitantes de las dos riberas del Mediterráneo. La Unión Europea ha escogido ya otras prioridades más importantes que la vista al sur como pueden ser la ampliación y el giro al este. Además, la UE quiere negociar con un bloque integrado regionalmente que es muy difícil de construir. Para muchos, si el vector que mira hacia el este significa la posibilidad de ampliar el mercado, el vector que mira hacia el sur significa un pilar fundamental para mantener la paz y la seguridad colectiva en una zona considerada estratégica. Por otro lado, desde Marruecos se espera el desembarco de un “Plan Marshall” europeo que sólo aporte ventajas económicas, sin llegar a pensar en los sacrificios y esfuerzos a realizar a cambio en el campo social y político, por citar sólo dos ejemplos.

Bajo el análisis de estos preceptos parece ser que la UE y Marruecos se necesitan recíprocamente sin la necesidad de marrar o falsear los objetivos: fundamentalmente, hoy y ahora, Marruecos necesita la inversión europea para desarrollarse, y Europa necesita su colaboración para mantener la gobernabilidad en la región.

En este caso, nos vemos obligados a aclarar que gobernabilidad significa mucho más que lograr una democracia al estilo europeo en Marruecos, si ponemos un ejemplo convertido en clásico, sino que esta gobernabilidad se igualaría conceptualmente a algo no muy lejano a la transparencia o al aumento de las posibilidades de dar una solución coordinada a los problemas y a los temas concretos de la agenda mediterránea.

Mi próximo artículo versará sobre las elecciones celebradas en Marruecos a finales de septiembre.