sábado, 26 de septiembre de 2009

REPÚBLICA DOMINICANA 7

19 de Julio: Despertar en Santo Domingo

Me ha despertado, como no, la música. Laura Pausini, José Luis Perales, Paloma San Basilio, Ana Belén, Nino Bravo, Julio Iglesias… seguramente en mi honor. Realmente se ha tratado de una estrategia encubierta para que, por fin, me levantara. Yo, en mi cama, sigo esperando alguna otra señal. Oigo como discuten marido, esposa e hija sobre mi nombre. Ya se atreven a llamarme. Empieza la aventura de un nuevo día.
Cada mañana doña Carla o Angie se levantan muy temprano para cargar agua de un pozo cercano que hay en medio del callejón. Esa agua deberá servir tanto para cocinar como para la higiene personal. Al lavabo no le funciona la cadena, por lo que hay que echar agua cada vez después de su uso y dejar el papel higiénico sucio en un cubo. Las cucarachas rojas del baño y de la ducha me observan con antipatía.

Después de desayunar como es debido me pasa a buscar Blanca que reside desde ayer en el colmado (tienda de comestibles) de Ana Luisa. Juntos pasamos a buscar a Montse que nos presenta a sus dos hermanitas, Ingrid y Sujeidi. Juntos vamos a buscar a Isabel que hacía compañía a los ancianos Tatica y Aníbal. Finalmente vamos a visitar a Neus dónde Fior. Todos juntos nos dirigimos al Centro Poveda y al centro neurálgico de la ciudad de Santo Domingo.

jueves, 24 de septiembre de 2009

REPÚBLICA DOMINICANA 6

Mi entorno familiar dominicano

La casa que habito está construida en varias fases y en base a un edificio principal de ladrillos, que ya es todo un lujo. En esta casa anteriormente habían habitado los padres de doña Carla. Pues bien, a parte de la planta baja hay dos pisos más y una azotea. David vive en un piso junto a Helena, Robinson y su hija, Misaury. El otro piso lo comparten Juan Carlos, su mujer Cristina y “las mellas”, con un individuo que está de alquiler. Finalmente, Luis y su familia viven en la azotea, justo dónde aprovechan todos para tender la ropa.

La entrada a la casa por la planta baja está protegida por una valla de hierro y una pared separa el recibidor del comedor. En éste último hay cuatro hamacas de madera que siempre están ocupadas por gente que se sienta a hablar y a mirar el televisor. En el comedor, a parte de una mesa muy grande, también destaca un aparato de música. Luego están la cocina y dentro de la cocina, el baño, cosa que me sorprende sobremanera. Mi habitación como comprobé ayer es casi más grande que el comedor, la cama es de matrimonio, tengo un armario muy grande, un abanico y las sábanas huelen a limpio. En la planta principal y al lado de mi habitación, separado por una cortina, hay un cuarto en dónde durante mi estancia dormirán don Juan y doña Carla, Sandra y Angie.

La Doña es una mujer nacida con estrella, tiene mucho carisma y poderío, por lo que es muy querida en el barrio. En cierta manera es una líder fuera y dentro de la casa, pero realmente es algo retraída, se extraña ante mis costumbres y me pregunta con curiosidad. Pese a no tener estudios, tiene una opinión crítica envidiable y presume de ser moderna y vivaracha.

Don Juan, a partir de ahora simplemente Juan, ejerce de padre de familia, aunque sé de verdad que no es el padre de todos los hijos de doña Carla. Es fácil saberlo apreciando el diferente color de la piel de los muchachos y su escaso parecido. No habla mucho pero su última palabra va a misa, como debe ser. Le deja gran parte decisoria a doña Carla y cumple a raja tabla sus mínimas obligaciones, entre ellas, ir a trabajar. Calla y sonríe, trabaja, come y descanso. Es muy dominicano, pero tranquilo, sosegado. Dejó de beber hace mucho tiempo.

Luis, el hermano mayor, es un gran mecánico. Le gusta mucho hablar y pasaremos veladas inolvidables en la azotea junto a su casa. No hace mucho caso ni a su mujer ni a su hijo Luis Enrique que parece tímido pero travieso como él debía haberlo sido de pequeño.

Juan Carlos, el siguiente hermano, es un “manitas” y ya ha pasado por varios empleos. No le gusta la calle y se recluye con su familia, con sus hijas gemelas que son preciosas, y con su mujer, con la que es celoso pero a la vez tierno. Por su carácter y mundología, entre los hermanos, es el que tiene más posibilidades para progresar. Aunque igualmente sea muy difícil.

David es el más joven, de mi edad. Desde el primer momento nos entendemos a la perfección. Le he caído bien y no va a burlarse de mí en ningún momento, cosa que es común entre los jóvenes dominicanos. Le gusta mucho la calle y el ron. Es muy inquieto pero creo que va a cambiar como han cambiado sus hermanos. Es buen amigo de sus amigos aunque éstos lo pasen mal. El ambiente en el que se mueve es muy duro. Es cabezota, simpático, marchoso y les echa piropos siempre a las mujeres.

Robinson es moreno y conozco a su madre y a su hermano pequeño que son morenos pese a que él diga que no es moreno. Es muy gracioso, gusta contar chistes. Me sorprende que sea bastante responsable con su mujer, Helena, hija pequeña de Carla, y con su hija, el cielo que es Misaury. Quizás por ser tan bueno doña Carla lo trate como a un hijo. Ha trabajado como chofer y le gustan los carros y la mecánica. Tiene fama de buen bailador.

Helena, como ya he dicho, es su mujer, aunque no debe ser demasiado mayor que yo. Es muy abierta, liberal, me refiero, y se lleva muy bien con Misaury, que es la preferida de la abuela y de todos los demás. Sale a menudo a hacer las compras o a cumplir con los mandados de la casa.

Sandra ya ha estudiado en la universidad. La familia ha guardado grandes esperanzas en ella y actualmente trabaja como secretaria en el Centro Poveda. Pretende ser el modelo a imitar, se siente moderna, entre otras cosas porque se ha movido por otros barrios y con otra gente. Pero tiene una debilidad, le sigue gustando Frank, el peluquero negrito de la calle, que seguro que se la acabará llevando a su huerto.

Angie, finalmente, vive en la casa, pero pese a que pueda ser hija de doña Carla o de algún familiar directo, no creo que sea hermana carnal del resto. Es deficiente mental pero no por ello se deja tomar el pelo fácilmente; sabe lo que se dice y conoce bien lo que hace. Ayuda pues en las tareas del hogar.

Todos ellos tienen un don especial, son listos como el hambre, y quizás esta expresión nunca haya tenido un uso más indicado. En la casa nunca se ha pasado hambre realmente, pero es verdad que las dificultades económicas agudizan los instintos en los individuos. Ahora con mis cien dólares todos van a vivir durante un tiempo algo mejor.