martes, 6 de julio de 2010

TESTIMONIO DE UNA MADRE ANÓNIMA

Actualidad del invierno de 2010: el fenómeno inmigratorio

Hace mucho tiempo que tengo muchas ganas de escribir sobre este tema. Soy europea, casada, con un hijo, soy de clase media, de familia humilde, y trabajadora.

He vivido en un país donde había muchísima inmigración más o menos desde los años sesenta y setenta, conviviendo en un multiculturalismo excepcional. Nosotros aprendimos de los extranjeros como ellos aprendieron de nosotros, las costumbres, las comidas, las fiestas, las tradiciones… Había pues en nuestra pequeña esquina del mundo un respeto recíproco que se puede considerar ejemplar.

Por desgracia a partir del 11 de septiembre de 2001 se transformaron todas estas actitudes y, sobre todo, cuando se observaba a una mujer musulmana con pañuelo o a un señor musulmán con barba que iba a rezar con su alfombra. Ninguno de ellos seguramente eran ni son unos fanáticos o adoran a Bin Laden, pero desde entonces ya habían dejado de ser percibidos como unos buenos vecinos.

Un día visité en Cambrils el Parque de los Pescadores y escuché un comentario entre dos madres. Una dijo a la otra: “estoy harta de los ‘moros’ en el cole y voy a quitar a mi niña del comedor porque no me da la gana que se siente con ellos en la misma mesa”.

Eso igual ocurre hoy día no sólo con otros magrebíes, sino también con los rumanos, suramericanos, rusos, chinos, etc., que se encuentran en todas nuestras escuelas catalanas. Es por ello que deberíamos educar a nuestros propios hijos contra el desprecio a los que son diferentes y vienen de fuera de este país.

Los niños inevitablemente imitan a los padres: si tú desprecias, el niño en el futuro lo hará también.

En el lado opuesto puede ocurrir lo mismo cuando los musulmanes aquí instalados no dejan a sus hijos, en muchos de los casos, ir a los cumpleaños de sus compañeros, o salir de excursión, por miedo sobre todo a que puedan comer cerdo.

Generalmente si unos padres educan bien a sus hijos en una religión, éstos la practicarán en un principio. Más tarde ellos escogerán su camino. Si un día alguien se equivoca estoy segura que el mismo Dios los perdonará, siendo limpios y blancos.

Es hora de recordar que los españoles fueron inmigrantes durante mucho tiempo, en lugares como Francia, Bélgica, Alemania… y aún nos encontramos a muchos de ellos repartidos por todo el planeta.

En definitiva, hay una cosa muy bonita y muy positiva en los mismos niños, y es el hecho de que jueguen sin fronteras, sin caer en la trampa del racismo.

Tendremos pues que aprender de ellos. Todos somos iguales, que es lo mismo que repiten todas las religiones mayoritarias, las cuales coinciden en el hecho de que existe un solo Dios, de los cuales todos somos hijos.

Si desprecias, desprecia por persona, pero no lo hagas por ser chino, árabe, gitano o ruso. Seguramente te equivocarás y el problema estará en tu persona.

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