jueves, 19 de agosto de 2010

LAS ANTENAS DE SALÉ

Article sobre el Marroc publicat a Nou Cicle

Este texto podría convertirse perfectamente en el primero de una serie que llevara el subtítulo de “la globalización vista desde la parte de los otros” o “del resto”.

Explicar, antes de todo, que Salé es una de las mayores ciudades de Marruecos, separada tan sólo por el río Bouregreg de lo que es la capital administrativa del reino alauita, que es Rabat.

Pues aquí mismo es dónde desde hace años paso mis vacaciones junto a mi esposa Nabila y nuestra familía magrebí. Desde la azotea común de los pisos que ocupan los Atri se pueden localizar unos paisajes inconmensurables con un dato objetivo compartido cuanto a lo sorpresivo como es el predominio de las antenas parabólicas allá dónde conviven, duermen y se despiertan las gentes que habitan esta esquina del planeta, ya se trate de la chabola más triste (lo más habitual) o el inmueble más confortable (excepción de una minoría).

Por lo viajado y por lo observado personalmente allí donde hay pobreza existen unos comportamientos que se repiten por doquier de la humanidad y en ello englobamos la paradoja o la metáfora de la antena parabólica, ya sea en la India, en Nigeria, Ecuador, Brasil, China o Indonesia, por citar unos ejemplos. La globalización también ha hecho posible que el Sur se conecte, y como se da que un gitano español se enfunda unas zapatillas Nike, o un africano del desierto luce su teléfono portátil de última generación, también en Marruecos y en tantos otros lugares aparece la antena parabólica que te ofrece “la mirada” esencial al mundo abierto e infinito, como prioridad subjetiva e indiscutible (respetable como los hechos anteriores).

¿Cómo se utiliza dicha antena? o ¿qué consecuencias tiene para mi rincón preocupado en la era de la globalización?, deberíamos preguntarnos. Pues casi se trata de mirarnos en el espejo y ver que somos una vez más las dos caras de una misma moneda. Mi familia y casi todas las familias de Marruecos ven, como mínimo, los dos canales de la televisión estatal, pero luego mucho más Al Jazeera, y un tanto Al Manar y otras emisiones de diferente índole originarias del Líbano, Siria o Egipto, principalmente. Como una familia catalana mira TV3 pero también Televisión Española y algo de Tele5, Cuatro o La Sexta, todos los árabes o musulmanes emigrados a Europa se llevan a sus espaldas la inercia que hace que una vez instalados en el Viejo Continente deban enchufarse lo más inmediatamente posible a sus antenas y televisiones de referencia. Esa es su “tele” que les explicará “sus cosas”, “a su manera”… Lo mismo que ocurre con la prensa, pero aún más heavy por lo que a las imágenes casi en directo se refiere, mis familiares y amigos marroquíes, árabes y musulmanes, no dejan de ver como aniquilan a sus compadres palestinos, iraquíes o afganos. Así pues resulta fácil e inequívoco poder defender a Hamás por delante de Al Fatah; reconocer a los enemigos Estados Unidos que invaden y matan en búsqueda de petróleo en Oriente Medio; acusar de “malos” a los rusos que no permiten la expansión del Islam en su retaguardia; también Europa es racista y no permite su religión ni el velo a “sus” mujeres…

El gran medio de la televisión se utiliza por todos de la misma forma, e incluso vemos como se presenta la BBC en árabe, Al Jazeera en inglés, y France International y Deutsche Welle en árabe e inglés al mismo tiempo. Para contar siempre lo mismo aunque sea en diferente idioma y estilo, con un gran predomino de lo subliminal.

Muy pocas personas, e incluso intelectuales dedicados, pueden tener la capacidad y el tiempo suficiente para ver y leer todo, comparar, sacar análisis perfectos y neutros, con el objetivo de hacer pública una versión más o menos independiente y justa de la realidad internacional. Siempre habrá que mirar “quién” y “cómo” nos vende “la moto” (en palabras de James Petras y Noam Chomsky).

Pese a ello, sólo unos pocos sabios y valientes, como siempre, tendrán el deber de denunciar que el consenso alrededor del “choque de civilizaciones” no es más que una falacia necesaria, por lo que deberíamos hablar más de “choque de intereses”, provocado y nada natural, porque evidentemente existe quién se beneficie de la ruptura y el desencuentro, más si deriva en conflicto bélico y anarquía que permita tomar nuevas posiciones. ¿Qué sino pasó en Bosnia, Kosovo, Chechenia y ahora en Osetia del Sur? ¿Por qué sino en la década de los años 60 persistía una demanda de los países empobrecidos que consistía en reclamar un Nuevo Orden de la Comunicación Internacional? Todo ello hoy y ahora es más vigente que nunca.

¡Cuidado pues con la sutileza y la dirección, más económica que política, de los nuevos medios de comunicación! Por encima de su ideología, que también la hay, existe una fuerza mayor que les mueve y que justifica el engaño. Lo mismo que ocurre con los individuos que merecen ser perseguidos por las fuerzas del orden público, alguien de la sociedad civil organizada debería velar por la seguridad común y “vigilar” de cerca de a aquellos que se nutren de la desinformación. Esa nueva arma, que no es tan nueva, pero ahora es más poderosa que nunca, es sin duda la que mejor utilizan “políticos y líderes peligrosos” como Bush, Berlusconi y Aznar, lo mismo que sus homónimos del turbante o del camello, sólo para simplificar.

(Enero de 2008)

No hay comentarios: