sábado, 17 de marzo de 2012

NICARAGUA 1997 / Capítulo 14


CAPÍTULO 14: LA TIERRA PROMETIDA DE CHAGÜITE BLANCO


No es ésta una tierra muy transitada por el hombre blanco. El año pasado se había gozado de la visita de Tomás, un cooperante español del cual ya no han sabido nada más, eso sí se acuerdan de su vuelta gravemente enfermo de una excursión de dos días a una de las islas del Lago Managua. Hace dos años tuvieron a otro español llamado Mateo, y sólo un poco antes a una estadounidense que llegó desde Texas.

Son muchos los viajes de ida y de vuelta, con diferentes significados emocionales y casi espirituales. Este año mismo, en Managua, nos encontramos con un grupo de antiguos cooperantes catalanes que se habían reencontrado de nuevo en el país después de que uno de sus compañeros muriera en el año 1995; recuerdo los nombres de Josep Maria (el coordinador del proyecto en Matagalpa), el propio director de Setem, o sea Toni, Roger, Àngels, Carme y Anna.

Chagüite Blanco lo llevaremos en el corazón por el resto de nuestros días, así como recordaré siempre la inscripción de “Oliver”, hecha con tiza blanca sobre pizarra negra, en la pared interior de la casa de Tito, que seguramente hace que los miembros de su familia también me recuerden a su vez.

Mi compañero y amigo Albert se alojó el año pasado en el mismo Chagüite en la casa del largo y rudo Pedro, junto a su hijo Alexander, que también será un portento físico, y su hija Azucena. Con el paso de los años Albert pasaría y sería tres veces coronado por sus visitas reincidentes a Chagüite; tras Albert, Oliver sería por dos veces coronado. Y eso, estoy seguro, se mantiene en el imaginario popular de los habitantes de la comunidad. Pregunten por el chele blanco, español, medio alemán, que jugaba y reía con los pequeños, comía con entusiasmo, y disfrutaba del trabajo en el campo.

Me gusta pensar y recordar el hecho de que estoy seguro de que en Chagüite me hice amigo hasta de los “masates”, o sea las garrapatas de los perros y chanchos de mis vecinos, que ya casi habían pasado a ser miembros de mi propia familia y estirpe.

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