miércoles, 4 de abril de 2012

NICARAGUA 1997 / Capítulo 41

CAPÍTULO 41: EXCURSIONES VARIAS

Estos son algunos de los lugares que hemos ido visitando por las tardes y fines de semana cuando alteraremos nuestra cotidianidad en la escuelita.

El Crucero es un lugar emblemático a la salida de Managua, zona residencial de acaudalados, entre ellos el Presidente Arnoldo Alemán. Suele estar rodeado de niebla y es paso obligado hacia el resto de ciudades importantes del país.

Jinotepe es la capital del Curazao, una ciudad bonita, extensa y ordenada, que destaca por sus Fiestas Patronales y el amor de sus ciudadanos por las Barreras de Toros, lugar en donde se montan dichos animales. Son curiosas además unas fiestas-espectáculo que allá se celebran tipo “Ben-Hur” romano, a base de carretones de caballos que compiten entre ellos; rojinegros contra colorados, o sea más política entremedio; son acontecimientos que se fechan desde principios del siglo veinte, y se aprovechan para la compra y venta de sementales. Toros y caballos, en México y toda Centroamérica. Un amigo mío le hace una poesía a los ojos negros azabache de estos animales que impiden buscar sus propias pupilas. Bonitos versos.

De las dos ciudades más famosas tras Managua, Granada pasa por ser el lugar más católico y conservador, mientras León se manifiesta más liberal y progresista. Pese a lo dicho me quedo esta vez con la belleza de Granada y sus Isletas (dicen que son tres cientas sesenta y cinco en total; de entre ellas me acuerdo de la Isla Zapatera). Allá he respirado intelectualidad, orden y limpieza, y ello se deriva del importante pasado colonial que maneja, con un buen número de iglesias centenarias, construidas de madera y con mucho color. Cerca se impone el volcán Mombacho. A nivel de monumentos y cosas a visitar me quedo con la sede de la Fundación Casa de las Tres Culturas y el Fuerte San Pablo de 1789 desde donde guerreaban españoles y piratas. Junto a los tradicionales Parque y Mercado, la ciudad nos hace recordar a sus Héroes de 1811 y sus 21 Glorias acumuladas en el tiempo, entre ellas Julio Valle Castillo, Ernesto Cardenal, Ernesto Gutiérrez, Manolo Cuadra, Jorge Eduardo Arellano, Leonel Rugama, José Coronel Urtecho, Rubén Darío, Fernando Silva, Alfonso Cortés, Salomón de la Selva y Luis Alberto Cabrales.

En la homónima ciudad española hace años había leído: “Dale limosna, mujer, que no hay en el mundo nada más triste que ser ciego y estar viviendo”.

De la Granada nica también recuerdo ahora el menú dispuesto durante mi primera visita, el famoso “vigorón”: chicharrones de cerdo acompañados de yuca, servidos en hoja de almendros. Mansiones propiedad de los apellidos ricos del país, junto a las especies animales más exóticas como pueden ser las tortugas y los pájaros de todos los colores posibles. Me cuentan que existe un turismo de élite que hace que ricos estadounidenses paguen mucho dinero por pasar algún fin de semana en uno de estos lugares.

En el Parque Nacional de Masaya finalmente nos reunimos más cheles que nicas. Entre los europeos aparece una nueva brigada proveniente de León y los miembros de un hermanamiento nicaragüense con la ciudad gerundense de Arbúcies acompañados por su alcalde, un tipo muy emprendedor. De la misma forma nos encontramos con diferentes miembros de Casas de Amistad con Nicaragua de Estados Unidos, y más en concreto de Nueva York. El Parque cuenta con un volcán de cráter activo llamado el Santiago, del cual podemos observar su ojo desde arriba y acercarnos a los dos cientos cincuenta metros de profundidad y quinientos de diámetro que nos piden más respeto.

Para ir a Masaya hemos tenido que pasar por Esquipulas (también hay otro Esquipulas cerca de la isla de Ometepe). Esta ciudad me suena por su tratado y negociaciones de paz: el Proceso de Esquipulas había ayudado a terminar las guerras civiles en Centroamérica y acercar la paz. Aquí todo es muy cercano como hemos podido comprobar en tan poco tiempo.

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