jueves, 14 de marzo de 2013

CITA DE LA OBRA DE OLIVER KLEIN



 
TELOS. Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales

UNIVERSIDAD Rafael Belloso Chacín (Venezuela)

ISSN 1317-0570 ~ Depósito legal pp: 199702ZU31

Vol. 14 (3): 449 - 451, 2012

Reseña Bibliográfica:


ROITMAN ROSENMANN, Marcos (2012),

Los Indignados. El Rescate de la política.

AKAL. España. Pp. 143.
 
Pablo Schencman:

(...) A modo de conclusión remarcamos que la obra reseñada abreva en tópicos
dispares que aborda con poca exhaustividad (como por ejemplo la industria alimentaria
actual o la transformación del sector financiero a partir de la década del
‘80). La confluencia de temas sin una jerarquización analítica puede contemplarse
con una indulgencia menor que la ausencia de referencias académicas precisas sobre
los procesos sociales que el autor no investigó profundamente. La impronta
vertiginosa, o abiertamente confusa, de este trabajo responde a la mutabilidad y
urgencia del episodio que investiga. analítico sobre una serie de eventos,
Entendemos que su aporte constituye un esfuerzo analítico sobre cuyas consecuencias no
parece tener un límite dentro del futuro inmediato, destinado a ser superado" (8).



8 Un análisis con mayor distancia analítica puede hallarse en Klein Bosquet, Oliver (2012).
“El Movimiento de los Indignados: desde España a Estados Unidos”,

El Cotidiano, 173,

mayo-junio, Pp. 89-98.



martes, 12 de marzo de 2013

ORIGINAL "LA HUELLA DE CHÁVEZ"

LA HUELLA DE CHÁVEZ, Oliver Klein Bosquet, Profesor de Ciencia Política en la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona. Me han pedido valorar la figura del recientemente difunto presidente de Venezuela , Hugo Chávez Frías. Ya en su día, cuando ganó sus primeras elecciones presidenciales 1999, después de ser reconocido a nivel mundial como un antiguo militar golpista, defendí que, con los resultados en la mano, quedaba legitimada la nueva vía de la “revolución bolivariana” sobre la cual sólo con la perspectiva del balance de su acción de gobierno se podría elevar un juicio neutro, que casi nunca existe, por otro lado. Una vez desaparecido Chávez, y considerando que seguramente se pueda mantener un estilo determinado de gobierno “chavista” y la filosofía básica del “socialismo del siglo XXI”, lo que no debemos hacer en ningún caso es seguir mirando al personaje con una lupa básicamente eurocéntrica. ¿Cuántos conocemos realmente la situación política, económica y social de Venezuela antes de la llegada al poder del mismo Chávez? Podríamos preguntarnos también a su vez cuáles eran los motivos por los que ese golpista reciclado, en nombre de un “nuevo socialismo”, conseguía el apoyo de un amplio espectro de su población. ¿Era Chávez la causa o la consecuencia de unos males endémicos a los que muchos querían poner remedio definitivamente? En definitiva, ¿cuántos ciudadanos europeos son conscientes de los cambios vividos en dicho país durante los últimos catorce años desde que llegara al poder? Bajo mi más humilde criterio, a Chávez se le puede valorar en clave venezolana, en clave latinoamericana e, igualmente, claro está, analizar su proyección internacional. En clave interna, Chávez presenta unos resultados concretos que permitirán que su obra se mantenga seguramente en la memoria de millones de venezolanos, sobre todo los más humildes: reducción de la pobreza, aumento del alfabetismo, mejora en las redes educativas y sanitarias públicas, extensión del agua potable y cableado eléctrico a las zonas más necesitadas, mejoras en el ámbito rural, preocupación por la situación de los indígenas y afro-descendientes, y empoderamiento de la mujer, entre otros objetivos logrados. En el nivel latinoamericano, Chávez representó un nuevo salto adelante de los movimientos más a la izquierda del continente, resultando ser el discípulo escogido por los hermanos Castro en Cuba, recuperando a la causa a Daniel Ortega en Nicaragua, dando un gran impulso a los nuevos gobiernos de sus “hermanos” Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, con los cuales lideraría la Alianza Bolivariana para Nuestros Pueblos de América (ALBA), y simpatizando con las mayorías de Lula Da Silva y Dilma Roussef en Brasil, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, Pepe Múgica en Uruguay, y Fernando Lugo en Paraguay. El nivel global resulta quizás el más difícil de valorar aunque cabe reconocer que la iniciativa de Chávez se puede enmarcar en el dibujo de un nuevo paradigma de las relaciones internacionales en el cual deben jugar un rol especial las nuevas potencias regionales conocidas como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), así como los Nuevos Once países emergentes, populares bajo el sobrenombre de “águilas” (eagles, en inglés), como son: Turquía, Irán, Pakistán, Corea del Sur, Vietnam, Malasia, Filipinas, Indonesia, México, Egipto y Nigeria. Con lo cual está claro que el rostro del poder ha cambiado ostensiblemente si lo comparamos con el de la segunda mitad del S. XX. Si, por un lado, esta lectura de los logros de Chávez puede ser más o menos objetiva, está claro que nos hace falta, para ser fieles a la complejidad de la temática, realizar una reflexión profunda sobre el método. Es aquí cuando se nos plantea el dilema politológico sobre lo que es y no es un buen sistema democrático. Chávez llega al poder ganando con una abrumadora mayoría, que llegará a refrendar hasta tres veces más, junto a otros referéndums que le refuerzan, lo cual es indiscutible. Eso sí, lo que hace Chávez conscientemente es “refundar el Estado”, siendo por ello que una de sus decisiones más importantes resulte el hecho de substituir la Constitución liberal hasta entonces existente, lo cual conlleva en si mismo cambiar en parte las normas del juego, en gran parte a su favor. A lo que debemos sumar un autoritarismo intimidatorio que no se puede esconder y que muchas veces acaba en la toma de otras decisiones que se pueden considerar directamente como arbitrarias, cosa, por otro lado, inherente, a la esfera de las grandes figuras dirigentes de todos los tiempos. Según el criterio del mandatario en cuestión y el de sus seguidores de facto, ésa estrategia resultaría la única posibilidad de reforma profunda del país en el sentido de conseguir unos objetivos marcados previamente, y que justifican con el paso del tiempo el control a los partidos políticos de la oposición, la limitación de la autonomía universitaria, la censura de los medios de comunicación, la acusación a la iniciativa empresarial privada, la búsqueda constante por encontrar un enemigo externo, y otro largo etcétera. Otro debate interesante alrededor de la figura de Chávez es el de poder situarlo en el limbo que se adora al libertador Simón Bolívar, cuando se había pensado inicialmente enterrarlo en el Panteón Nacional que se reserva exclusivamente al fundador de la patria y finalmente se ha preferido embalsamar su cuerpo al estilo de Lenin, Stalin, Mao, Ho Chi Min, o la dinastía de dictadores norcoreanos. Evidentemente Chávez no tiene a toda la nación tras de sí, como podía tener aquél que en cierta manera creó la propia estructura de Estado a partir de la antigua colonia española. Lo que sí sería correcto apreciar es que la dinámica chavista ha supuesto la ruptura más grande desde entonces, tras esos casi doscientos años de independencia de facto. Pero volvamos a la tesis inicial: no tenemos por qué esperar que los presidentes de Venezuela se comporten como los de Alemania, España o Italia. Seguramente se tiene que respetar, sin injerencias ni visiones parciales e interesadas, los procesos políticos de cada país o pueblo, en principio democráticos, siempre que no conlleven en sí mismos la propensión al genocidio o el incumplimiento sistemático de los derechos humanos que deben permanecer considerados como universales y así ser de la misma manera defendidos. Termino pues: ¿resulta mejor la actual situación de colapso de la democracia de Merkel, Rajoy, Monti, Berlusconi o Beppe Grillo, ante la experiencia de Hugo Chávez, Cristina Kirchner o Dilma Roussef? Segunda reflexión y conclusión final: si en algunas partes del Planeta no parece que haya atisbo de mejora ante las condiciones de usura y explotación que vive el ciudadano medio, en otras partes del mismo parece ser que algo se haya estado moviendo en la dirección opuesta. Está claro que siempre se gana o se pierde según el punto de partida que se cuenta por parte de cada uno. De la misma manera que sabemos que las cosas nunca cambian porque sí; en todo caso siempre cambian debido a la existencia de algún movimiento. En este caso podemos decir que Chávez sacudió a su país y a toda América Latina. Sin duda alguna, aún mañana seguiremos analizando cuáles son los efectos perdurables de los resultados de la herencia chavista, lo que llamamos la huella de Chávez, pudiendo representar una continuación de la misma o pudiendo optar el pueblo venezolano, igualmente de forma legítima, por un nuevo ‘borrón y cuenta nueva’. Repito la idea: mientras Europa queda ensimismada y debe ocuparse de sus propios deberes, que son muchos, América Latina ha movido ficha y se ha procurado un nuevo destino. Chávez es héroe y Chávez es culpable por todo ello. Marzo de 2013.

domingo, 10 de marzo de 2013

LA HUELLA DE CHÁVEZ, EN EL DIARI DE TARRAGONA

TRIBUNA INTERNACIONAL DEL DIARI DE TARRAGONA: 9 de Marzo de 2013 LA HUELLA DE HUGO CHÁVEZ Oliver Klein Bosquet, Profesor de Ciencia Política en la URV de Tarragona Allá en el año 1999, cuando Chávez ganó sus primeras elecciones presidenciales, pese a su pasado golpista, defendí que, con los resultados en la mano, quedaba legitimada la nueva vía de la “revolución bolivariana”. Una vez desaparecido Chávez lo que no debemos hacer en ningún caso es seguir mirando al personaje con una lupa básicamente eurocentrista. ¿Cuántos conocemos realmente la situación política, económica y social de Venezuela previa a la llegada al poder del mismo Chávez? ¿Era Chávez la causa o la consecuencia de unos males endémicos a los que muchos venezolanos querían poner remedio? En definitiva, ¿cuántos ciudadanos, fuera de la misma Venezuela, son conscientes de los cambios vividos en dicho país durante los últimos catorce años? En clave venezolana, Chávez presenta unos resultados concretos que permitirán que su obra se mantenga seguramente en la memoria colectiva, sobre todo la de los más humildes, por lo que a la mejora de sus condiciones de vida se refiere. En clave latinoamericana, Chávez representó un nuevo salto adelante de los movimientos más a la izquierda del continente, pasando a liderar la hermandad de países afines de Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Paraguay, a la vez que simpatizando con los nuevos gobiernos de Brasil, Argentina y Uruguay. Si, por un lado, la lectura de algunos de los logros de Chávez puede ser más o menos objetiva, está claro que nos hace falta, para ser fieles a la complejidad de la temática, realizar una reflexión profunda sobre el método. Es aquí cuando se nos plantea el dilema politológico sobre lo que es y no es un buen sistema democrático. Chávez lo que hace es “refundar el Estado” desde dentro de las mismas instituciones, lo que significa modificar en parte las normas del juego a su favor. A lo que debemos sumar un autoritarismo intimidatorio que no se puede esconder y que muchas veces empieza y termina en la toma de otras decisiones que se pueden considerar directamente como arbitrarias, lo cual es inherente a las grandes figuras dirigentes de todos los tiempos. Volviendo a la tesis inicial, seríamos malos analistas si pretendiéramos que los presidentes de Venezuela se comportaran como los de Alemania, España o Italia. Seguramente se tiene que respetar, sin injerencias ni visiones parciales e interesadas, los procesos políticos de cada país o pueblo, siempre que no conlleven en sí mismos la propensión al genocidio o el incumplimiento sistemático de los derechos humanos. Mientras Europa queda ensimismada y debe ocuparse de sus propios deberes, que son muchos, América Latina ha movido ficha y se ha procurado un nuevo destino. Chávez es héroe y Chávez es culpable por todo ello.